top of page
Buscar
  • Foto del escritorVirtudes Torres Losa

EL HECHIZO ESTÁ EN EL AIRE


Con este logo, da comienzo un reto ideado por nuestro amigo JascNet.

Mi coche da señales de agotamiento. El testigo de la gasolina lleva un rato encendido y en ese trayecto no he encontrado una gasolinera. Un indicador me anuncia un pueblo, salgo de la autovía y me desvío por la carretera que me lleva a ese pueblo donde podré repostar. Apenas un par de kilómetros y la carretera se convierte en un camino sinuoso con curvas tan cerradas que tengo que aminorar la marcha al mínimo. A ambos lados del camino los árboles están muy apretados y la maleza es tan frondosa que más bien pudiera parecerse a una tapia donde por donde la luz de la luna no puede penetrar.

Veo las primeras casas del pueblo, un pueblo que parece desierto o dormido. Pienso que sus moradores serán gentes del campo o ganadería, por lo que quizás se acuestan temprano para también levantarse con los primeros luces del día.

Atravieso la que parece ser la calle principal en busca de un surtidor, pero no veo ninguno. Sigo dando una vuelta por las pocas calles que conforman aquel pueblo y cuando me parece vislumbrar una pequeña gasolinera, mi coche se niega a seguir adelante.

Tomo del maletero un bidón y de camino hacia el surtidor se escucha un tremendo maullido, y tras él una gran cantidad de ladridos que presiento cada vez más cerca.

Como parte de un coro macabro, al jaleo de los perros se une el sonido de algún campanario cercano que da las doce. Con la última campanada, las calles del pueblo se ven invadidas por una espesa niebla gris, a veces violeta o azul, o rosa, dando la impresión de que fueran auroras boreales.

Fotografía de Daniel Nebreda en Pixabay. Tomada del blog Acervo de letras.

Los perros siguen ladrando, es extraño, el que parece ser el líder en vez de ladrar maúlla, y lo hace con tanto enfado que le temo más que a los demás.

Las luces de las casas se encienden. Las ventanas y las puertas se abren y de su interior salen decenas de personas con pantalones campana, melenas afro, collares y jerseys de rayas, como hipnotizados se ponen a bailar una música machacona, repetitiva que llega desde las casas como si en todas hubiera un tocadiscos con un vinilo girando.

–¡Danzad, danzad, malditos! –grita uno de los perros.

–¡Miau, miau, marramamiau! –grita el cabecilla.

Cuando pienso que nadie ha reparado en mí, el perro/gato, se me acerca y empieza un diálogo gatuno que yo no entiendo. Otro perro, posiblemente con estudios de idiomas, hace de traductor y me cuenta que todo esto es el resultado de una maldición que yo en tiempos pasados les hice.

–¡Qué tontería! ¿Yo? ¿En un tiempo pasado?

–Sí, tú y tienes una hora para librarnos de ella. Solo tú conoces el camino hasta este recóndito lugar que, para más inri, solo está en tu mente.

–¿Y se puede saber qué he de hacer?

Mientras sucede el coloquio de los perros, los asistentes a la fiesta fanky siguen moviéndose con una cadencia sospechosa, la niebla no se ha disipado aún y el aire tiene un cierto tufillo adormecedor.

–¿Y si no sé romper el hechizo?

–Te quedarías con nosotros en este bucle del tiempo y en esta dimensión.

Dicho esto el perro/gato comienza a ronronear y a restregarse en mis piernas, me mira y espera que lo tome. Como es muy grande lo que hago es agacharme y entonces me lame la cara.

–No sé cómo deshacer el hechizo, tendréis que ayudarme.

–Ven, baila junto a esos zombis/fankys. Mézclate con ellos y deja que sean ellos los que decidan.

Así lo hago, todos me rodean y, uno tras otro, pone sobre mi mano algo suyo, un dedo, un mechón de pelo, un ojo, la nariz… Intento aguantar mi repulsa y cuando las campanas dan los cuartos de las doce cuarenta y cinco en la calle solo quedamos los perros y yo.

–Venga, que ya queda poco, –dice una voz perruna. El perro/gato se acerca y pone su hocico los demás cantan en son perruno “¡Dale un beso, ay dale un beso, dale un beso. Dale un beso, dáselo tú por favor, ¡si señor!”

Y, como en el mejor cuento de hadas, el perro/gato, que no era tal, se transforma en un príncipe, bueno no, en el chico más guapo que he visto y que además es el dueño de la gasolinera. Me llena el depósito y prometo volver. ¡Ay, si ya me lo dijo mi madre! No hay mal que con bien no venga.


El reto consiste en tomar uno de los tres personajes,una de las tres fotos y una de las tres frases.

Yo he tomado Un perro que maúlla, un pueblo deshabitado y si ya me lo dijo mi madre.


14 visualizaciones2 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page