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  • Foto del escritorVirtudes Torres Losa

Mi escalera mágica

Querido diario:


Imagen de Nitin Arya en Pexels

No sé cómo empezar a relatar lo que me ha sucedido, es todo tan fantástico.

Verás, hace un par de semanas que nos mudamos a esta casa. Es un poco antigua, pero es bastante grande, tiene muchas habitaciones y como mis hermanos y yo queríamos nuestro propio dormitorio pues papá y mamá decidieron que era ideal para nosotros. Además según escuché el precio era una ganga (yo no sé qué es una ganga, será la moneda de otro país), pero debería ser algo bueno porque sin pensarlo mis padres decidieron comprarla y aquí nos vinimos para recibir a los de la mudanza y ya ir limpiando y poder elegir el dormitorio que más nos gustase.

Yo elegí el ático porque desde allí puedo ver todo el jardín y además tiene un tragaluz en el techo y por las noches veo un pedacito de cielo y, según me ponga puedo ver las constelaciones, la luna, y las luces de algún avión que viaja en la noche.

Cada uno de mis hermanos decoró su dormitorio como más les gustó y yo hice otro tanto. Los balones y mi equipación de fútbol en un rincón de la habitación, la mochila y los libros del cole debajo del escritorio y los libros de aventuras en las estanterías. Por supuesto mi colección de motos dentro de sus cajitas de plástico duro transparente delante de los héroes de mis pelis preferidas.

Vale, hasta ahí todo normal pero hace unos días descubrí que en el armario empotrado de mi habitación había una pequeña puertecilla y se me ocurrió abrirla. Al principio no veía nada, parecía un largo pasillo tan oscuro y posiblemente tan lleno de bichos que, inmediatamente, cerré la puerta y dejé mis ansias de explorador para otro momento.



Imagen de Okan Caliskan en Pixabay

Al día siguiente tomé una linterna y llevando de la mano a Chocolate, mi osito de peluche compañero de juegos desde mi más tierna infancia, me adentré en el pasadizo que había descubierto con la ilusión de que al final encontraría un tesoro. Solo había dado unos pasos cuando el pasillo se dividió en tres.


Decidí tomar el de enfrente que me llevó a una sala circular como final del trayecto. Pasé mi mano por la pared en busca de algún espacio donde hubiera un mecanismo que abriera una puerta invisible (si, ya sé que veo demasiadas películas fantásticas) pero para mi decepción no hallé ninguno.

Ya me disponía a volver sobre mis pasos hasta donde se abrían los tres pasillos para tomar otro de ellos a ver dónde me llevaba, cuando un ruido me hizo dar media vuelta. La pared se había abierto como en las pelis, y una gran escalera se iba dibujando invitándome a subir por ella. Y así lo hice.

A cada peldaño que subía, delante de mí aparecía otro peldaño y una vez que había subido este, el de detrás desaparecía quedando detrás de mí una oscuridad absoluta. Apretaba contra mi pecho a Chocolate porque sentía miedo pero ese mismo temor me hacía seguir subiendo sin saber dónde iba a desembocar aquella escalera.

Por fin llegué hasta el final de ella abriéndose ante mis ojos un paisaje maravilloso, lleno de nubes blancas que yo podía tocar; la luna inmensa en toda su magnitud me saludaba, una estrella fugaz pasó casi rozándome, trocitos de chatarra estelar y pequeños cuerpos celestes gravitaban a mi alrededor.


Imagen de Myriam Zilles en Pixabay

Las sensaciones que sentí son difíciles de expresar, creo que Chocolate también estaba emocionado, lo cierto es que me encontraba tan feliz que no me di cuenta de que el tiempo iba pasando y ya era demasiado tarde. La voz de mamá me llamaba para cenar y yo no sabía cómo regresar. Miré alrededor con la esperanza de encontrar esa escalera que me condujera de nuevo a mi dormitorio, solo encontré una puerta en mitad de la nada, la abrí y de nuevo me encontraba en mi alcoba.

He vuelto a hacer este recorrido de nuevo en varias ocasiones encontrando al final un escenario diferente. Me gustaría saber quién hizo ese pasillo mágico. Estoy pensando en traer en alguno de mis viajes a mis hermanos, no sé si será buena idea pero deseo compartir con ellos las sensaciones que siento ahí arriba. También tenía pendiente explorar los otros pasillos que encontré en mi primera ruta pero solo los vi el primer día, después no he vuelto a verlos.




Con este relato colaboro en el blog de JasNet Acervo de letras en su rinconcito Vaderetro. Las tres imágenes anteriores nos llevan de la mano hasta un cuento, una historia más o menos acertada pero siempre con una ilusión por delante, que sirva para poner a trabajar nuestras neuronas y también para pasar un buen ratito leyendo, que es de lo que se trata.


https://jascnet.wordpress.com/2020/08/31/vadereto-septiembre-2020/


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