Puntillas de espuma blanca adornan su vestido.
Su cuerpo yerto se balancea y choca, una y otra vez, contra las rocas.
El aire eleva sus cabellos.
En el acantilado, sus pies caminan sobre un suelo inexistente.
Solo tiene un pensamiento: “Voy a tu encuentro, mi amor”.
Atrás queda la casa antes llena de vida, de sueños, ahora… vacía, yerma.
El teléfono de pared oscila mientras emite un pitido intermitente; a través de él llegó la terrible noticia.
Sus labios conservan el sello de la promesa.
Anoche antes de hacerse a la mar, hicieron planes de boda.