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Se acerca el final de mayo y casi no acudo a la cita con nuestro amigo JacsNet.
En esta ocasión como si se tratara de un pequeño homenaje a su blog, Acervo de letras Jose nos ha invitado a LEER. Leer escribiendo, escribir leyendo, lo que mejor veamos.
Para la creación de nuestro relato nos ha propuesto dos cosas.
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Primero, esta fotografía que debe servirnos como inspiración y de alguna forma verse representada en la historia.
Segundo, una frase que debe aparecer dentro del relato y que debéis elegir entre las citas siguientes:
«Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres».
«Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee».
«Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma».
Aunque también nos da margen para utilizar nuestras propias citas o cualquier otra que nos guste.
LEER ES VIVIR
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Las puertas de la biblioteca se abrieron como cada día. Doña Paquita, la bibliotecaria, escondida tras sus gafas de gruesa montura, sonreía ilusionada porque ese día había un encuentro con un autor de libros infantiles y dentro de unos momentos, alumnos de uno de los colegios del pueblo iban a llegar para la reunión.
Colocó sobre cada una de las sillas un pequeño cuento infantil del autor que iba a llevar a cabo el encuentro, para que en pocos minutos los peques lo leyeran y esto les permitiera hacer preguntas y así colaborar con él.
Paquita era feliz cuando, en una de estas funciones, veía a los niños leer muy concentrados y después tras una breve pausa en la que ninguno se atrevía a hacer la primera pregunta, todos querían preguntar y ser el siguiente, entonces los deditos de los niños y niñas apuntaban al techo deseando ser el elegido por el autor.
La función estaba preparada para las once; faltaban pocos minutos y ya se escuchaba por la calle el jolgorio de los pequeños que, en fila de dos, iban camino de la biblioteca.
En el piso superior, en la sala destinada a la lectura, se encontraban algunos lectores de los diarios, un par de alumnos de instituto que se preparaban para unos exámenes y Pepita Pérez, la conserje.
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También varios chicos se encontraban en la sala de informática. Todo estaba en silencio, el escritor se preparaba con un atuendo a lo Sherlock Holmes: gabardina, pipa, lupa y la gorra de stalker.
Y llegaron los niños seguidos de Inma, la maestra. Paquita los fue invitando a pasar al salón de actos y les dijo que leyeran el cuento que era muy cortito antes de que saliera su autor.
Pasaron unos minutos y el autor disfrazado de Sherlock Holmes, sin que los niños se hubieran dado cuenta, se había sentado al final en un rinconcito.
Mario, que es un niño al que no se le escapa nada, dijo en voz alta: ¡¡¡Ostras!!!
-¡Silencio Mario! -le susurró la maestra.
-¿Qué te pasa, chico? -preguntó Paquita.
-Es que aquí hay muchas faltas de ortografía.
-Pero ¿Qué estás diciendo? Esto es un libro y su autor es muy mirado con el lenguaje.
-Pues aquí pone “hielo” sin hache - afirmó Mario.
-Se le habrá derretido, jajaja -contestó el más graciosillo del grupo.
-Sííí, aquí pone “ave” con be -dijo Susi
-Es que es un ave de altos vuelos jajaja, -volvió a reír el mismo gracioso de antes.
Inma no sabía dónde esconderse con estos críos tan despiertos y a la vez tan espontáneos. Tomó uno de los libros y, efectivamente, sus páginas estaban llenas de faltas de ortografía. A unas palabras le faltaba alguna letra y otras las tenían cambiadas por su “ homófona” con el mismo sonido.
El autor se acercó al estrado y, una vez allí, llamó a silencio con su lupa. Los peques se callaron y cada uno en su silla esperaron a ver qué decía ese señor disfrazado de detective.
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