Nada pasa inadvertido a su alrededor.
Ha trazado un radio de acción para observar sin ser vista.
Acecha y ataca mortalmente a su víctima.
Repara su trampa y, sigilosamente, se desliza hasta su escondite.
El ciclo comienza. Un depredador ha observado todos sus movimientos.
Ahora la presa será ella.