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  • Foto del escritorVirtudes Torres Losa

RUIDERA CON LOS CINCO SENTIDOS

El texto que puedes leer a continuación lo escribí en 2017 y fue editado en la revista de feria de Ruidera.

RUIDERA CON LOS CINCO SENTIDOS


¿Te apetece dar un paseo por Ruidera, percibir los colores, los olores, el sonido y, por qué no, los sabores y el tacto que esta tierra nos ofrece? Pues acompáñame.

Descargando su agua la Lengua a la Salvadora. Foto de A.T.G

Si miras a cada lado verás que el color verde en su amplia gama se empeña en matizar cualquier espacio de esta preciosa tierra. Entre sus árboles, arbustos, retamas o cualquier tipo de planta, las flores abundan dando pinceladas de rojo, rosa, amarillo, malva y mil colores más, que parece que un pintor despistado ha ido dejando los tubos de oleos aquí o allí para luego distraídamente ir pisándolos y salpicando con sus colores el paisaje.



Ahora miremos más atentamente, entre el inmenso follaje encontramos infinidad de insectos que, dejando atrás lo molestos que pudieran parecernos, hemos de considerar lo necesarios que son para que esta explosión de colores llegue a buen término. ¿Escuchas su zumbido?

El hundimiento, cascada entre las Lagunas del Rey y Cueva Morenilla, es un salto de 15 metros de altura. Foto A.T.G

Seguimos en nuestro paseo y el sonido que nos llega lo provocan las aves, el parpar o graznido de los patos compite con el chirrido de las cigarras, o el trino, gorjeo o reclamo de los pájaros que abundan entre los olmos, álamos, pinos, carrizos, encinas, sabinas…


Un magnífico ejemplar de las numerosas aves que pueblan las Lagunas. Foto de A.T.G

Otro sonido nos llega, poderoso, enérgico y activo. Es el rumor del agua. Cascadas del preciado líquido llegan saltando alegres y ruidosas hasta el lecho de las lagunas donde parece detenerse todo su brío para así servir de espejo a la belleza de un paisaje paradisiaco.


El Hundimiento. Foto A.T.G

Laguna del Rey. Paz, sosiego, armonía eso transmite esta instantánea. Foto de A.T.G

Si cerramos los ojos y ponemos a trabajar nuestro olfato, seguro que nos llega la fragancia de las peonias, de las rosas, el aroma persistente del tomillo, la lavándula, el romero o el característico olor resinoso del lentisco.



Ya cansados de la caminata y habiendo puesto a trabajar tres de nuestros sentidos vayamos a los dos últimos: el gusto y el tacto.

Según la RAE el sentido del gusto es en su primera acepción: Sentido corporal con el que se perciben sustancias químicas disueltas como las de los alimentos. Pues bien, aquí entre la vegetación que hemos contemplado, con el rumor del agua y con la brisa del viento cualquier alimento es para nuestro paladar manjar de Dioses. Solo hace falta echar una ojeada alrededor de los bañistas que gustan comer junto a las lagunas. Ensaladas, tortillas de patata, fiambres, carnes empanadas… ¡hay que ver con qué gusto lo paladean!


La Lengua. Preciosa instantánea. La fuerza de la roca, la serenidad del agua. La paz del alma. Foto de A.T.G

Mientras, de los restaurantes, llega el aroma a carnes a la brasa, paellas, asados… que, jugando primero con nuestro olfato y, después con la vista, consiguen que nuestra boca se vaya haciendo agua y nuestro estómago pida a gritos uno de estos manjares y así poner a trabajar el sentido del gusto.



Y, por último, el tacto. El roce de nuestros dedos con las plantas y con el agua. No a todo el que va a Ruidera le gusta bañarse en sus lagunas. Pero el agua hay que sentirla, hay que dejar que bese nuestra piel. Aunque solo sean los pies, o echarse un poquito del frescor de sus aguas en los brazos, en la cara. Sentir cómo se escapa entre los dedos, imaginar el contacto con las piedras milenarias, sentir cómo nuestra sangre se refresca como, aunque cansados nos sentimos tan bien en este oasis en el centro de La Mancha.



El Hundimiento. Foto A.T.G

Eran las alegres niñas

risueñas, dulces y bellas.

pasaban el día jugando

entre jardines y selvas.

En las tardes a la puesta

del sol, sus poesías cantaban

sus temas pastoriles

a todo el mundo gustaban.


Cuentan que su belleza era tal

que la Luna se eclipsaba

y se moría de envidia

al verlas cómo danzaban.

Y fue el Río Guadiana

que se enamoró de todas

no sabiendo por cuál de ellas

inclinaría la balanza.


Quiso que conociera

a una hechicera o maga

que con influjo lunar

un sortilegio ideara.

Y las transformó en Lagunas

por las que el Río bajaba

acariciando sus aguas

de noche y por la mañana.


La Luna que está celosa

se acerca de madrugada

para mirarse en sus aguas

y así parecerse a ellas

pero lo que la Luna no sabe es

que en las noches que más brilla

las Lagunas son más bellas.

Virtudes Torres

2017

La Redondilla entrega su preciado líquido a la Lengua. Foto A.T.G


Nota. Todas las fotografías han sido cedidas para este relato por su autor A. T. G. Tienen derechos de autor y no se pueden editar sin su consentimiento.

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