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El primero sabía a chocolate. El segundo fue robado tras una apuesta. El tercero fue en el Instituto, por sorpresa.
Después llegaron más: a escondidas, en el cine, en el baile… Uno selló su unión en el altar ante testigos.
Infinitos fueron los compartidos con los hijos que llegaron después.
Hoy, entre lágrimas, le da el último, dulce y apasionado, como el primer beso de amor, antes de que sus labios pierdan el calor.