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  • Foto del escritorVirtudes Torres Losa

EL PUENTE DE LA REINA

Actualizado: 12 sept 2023


JascNet en su blog Acervo de letras y, más concretamente en el rinconcito VadeReto nos dice que septiembre es un mes de transición, que es la unión entre las vacaciones de verano (para quien las haya podido disfrutar) y el reencuentro con el trabajo, las clases, etc. y en el reto de este mes nos propone: "En vuestra historia debe aparecer este elemento arquitectónico, bien en su forma física o bien en su aspecto simbólico, y al menos una vez la palabra escribir un relato con la palabra PUENTE".


Yo traigo hasta aquí un poquito de la historia de uno de los PUENTES de mi pueblo que intento adornar con algo de fantasía .



EL PUENTE DE LA REINA




EL PUENTE DE LA REINA- MANZANARES C. REAL

Mis recuerdos se pierden allá por finales del siglo XV. Por aquellos días, las lluvias animaban las aguas del Azuer, un pequeño afluente del esquivo Guadiana. Su cauce no soportaba toda la lluvia caída y lo que antes era un riachuelo que zigzagueaba besando las tierras de la villa, capaz de ser cruzado de piedra en piedra por las gentes de paso, ahora era un torrente que anegaba los terrenos de la vega haciendo imposible el enlace de las tierras castellanas con las andaluzas. Sabedores del problema que suponía, los mandamases de aquel tiempo decidieron que tendrían que hacer un puente. El cauce que llevaba no era habitual pero habrían de estar preparados para épocas de lluvia como la que estaba aconteciendo en esos días.


EL PUENTE DE LA REINA- MANZANARES C. REAL

Pasaron las lluvias y el sol secó de nuevo el río y nadie se volvió a acordar de las penurias pasadas. Las estaciones se sucedían y de nuevo las nubes empezaron a descargar agua sin descanso. Un día mensajeros del reino anunciaron que la reina Isabel la Católica iba a cruzar con su séquito aquellas tierras camino de su amada Granada.

Y así fue como poniéndose manos a la obra, colocando piedra tras piedra, concreto, mazacote y mucho empeño por parte de unos espontáneos “constructores”, me fueron dando forma. No era un modelo de elegancia, no tenía la finura que algunos hermanos míos habían adquirido al estar edificados en pueblos o ciudades importantes o por constructores de renombre, pero nací con un cometido y me propuse cumplir con él.

Tres ojos principales, más o menos equilibrados, dejaban paso al remanso de ese río, a veces bondadoso otras arrasador; en los laterales me abrieron otros dos pequeños huecos con el fin de favorecer el discurrir de sus aguas.

Parece ser que la reina estaba ya en la villa y, según me han llegado ecos, pernoctó en Manzanares durante una o dos noches en que las que duró mi construcción, así que con las prisas no me adornaron con barandillas o pasamanos, se trataba de dar un servicio y para eso ya servía.


EL PUENTE DE LA REINA- MANZANARES C. REAL

Ya satisfechos de su obra, decidieron ponerme nombre y no encontraron otro mejor que EL PUENTE DE LA REINA, demasiado rimbombante para mi humilde presencia. Por cierto también se olvidaron de inscribirme en algún lugar oficial para dar fe de mi nacimiento; ¡qué cabezas!

Pasaron los años y llegó el nuevo siglo. Transcurría el final de 1504 cuando de nuevo mis piedras volverían a recibir a su majestad Isabel la Católica, en esta ocasión fallecida, cumpliendo una de sus últimas voluntades: *Mi cuerpo sea sepultado en el monasterio de S. Francisco que es en el Alhambra de la ciudad de Granada (...)


Río Azuer anegado derribó EL PUENTE DE LA REINA

De nuevo los cielos se abrieron y lloraron sin parar; mi estructura no era lo suficientemente fuerte como para el paso del cortejo fúnebre y en seguida fui reforzado, reconstruido y afianzado para dar un nuevo servicio a tan ilustre dama. Era mi confirmación con ese nombre que, sin duda, me correspondía.

Se rumoreaba que su hija, Juana I de Castilla, mal llamada “la loca” también cruzó mis piedras con el cadáver de su esposo, pero yo no tengo recuerdo de que eso sucediera. Creo que esta buena mujer jamás pisó estas tierras.

Pero soy viejo y de aquellos tiempos han pasado muchos años, décadas, siglos y puede que mis recuerdos se vayan diluyendo con el agua que cruza sosegada y mansa por mis ojos mientras yo sigo aquí, tranquilo, paciente y humilde como me construyeron.

He soportado el beneplácito y las inclemencias de las estaciones de los años: inviernos que han cubierto de nieve mis viejas piedras, primaveras que han alegrado la vista de mis ojos con las florecillas silvestres que brotan de un suelo embarrado que aún conservaba las aguas del otoño anterior y veranos tan secos y tórridos que han agrietado una y otra vez el suelo donde reposan mis arcos.


EL PUENTE DE LA REINA- MANZANARES C. REAL

También he sentido la presencia de muchos paisanos, vecinos y forasteros que me han utilizado para cruzar tras sus faenas, para acarrear las cosechas o como paso hacia tierras andaluzas. No en vano pertenezco a un pueblo que es Encrucijada de caminos.

Un pueblo que precisamente por esa razón, por ser Encrucijada de caminos o, Encrucijada de La Mancha, ha ido extendiendo sus enlaces en muchas direcciones, dejando mi enclave un poco olvidado. No me quejo, al contrario, me gusta la tranquilidad y no envidio esos puentes que tienen excesivo tráfico, o aquellos que soportan cantidades difíciles de calcular de litros de agua.


EL PUENTE DE LA REINA- MANZANARES C. REAL

Soy feliz cuando un perrillo juguetea subiendo y bajando por mi calzada, mientras espera feliz a su amo; soy feliz cuando el Azuer lleva algo de agua y me hace cosquillas en los pilares que me soportan; soy feliz cuando ese chico que va en bicicleta se detiene para fumar un cigarrillo mientras observa las nubes que embellecen el cielo; soy feliz cuando esa chica que camina cada día unos kilómetros me elige para descansar mientras lee un capítulo del libro que se descargó en su móvil.

En fin, soy feliz con las pequeñas cosas o, con las grandes como es ver cada día amanecer, observar desde mi privilegiada posición la figura de un pueblo que, aunque no me visite mucho, me tiene en su pensamiento y por último soy feliz por tener la suerte de ver cada día la silueta de una torre que aún siendo más joven que yo, desde su nacimiento siempre ha estado haciéndome compañía.

Virtudes Torres

Septiembre 2022

*wikipedia




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