Tenía solo seis añitos cuando se presentó en mi taller de teatro. Aquel año hice dos grupos pues tenían niños y niñas de los últimos cursos de primaria y además ese año quise trabajar con los de preescolar. Aquilino era de primer curso de primaria.
Como nunca había trabajado con niños tan pequeños, preparé lo que llamé un Juguete, haciendo varios grupos que cada uno de ellos representaba un cuento y para el mayorcito, Aquilino, le adjudiqué todo el texto de la obra que enlazaba los distintos grupos.
Lo titulé "LOS SUEÑOS DE AQUILINO" y así quedó inmortalizado. No sabía que tenía en mis manos un actor en potencia, pero fue poco el tiempo que me llevó descubrirlo.
Además de ser buen actor, era noble y siempre estaba dispuesto a aprender y a llevar a cabo aquello que yo, con solo unos apuntes básicos, quería de él.
Después de aquel curso, para el siguiente ya tenía un papel destacado, como se merecía y, durante los cursos que estuvo en el colegio y yo llevé a cabo mi taller de teatro, siempre pude contar con él, cosa que me agradaba enormemente. Estos años fueron pocos pues Lazarillo T.C.E le echó el ojo y se lo llevó a su escuela para alegría y ¡cómo no! también algo de tristeza por mi parte.
Supe, con el tiempo que le había sembrado el gusanillo de la escena, que el mundo de la farándula le llamaba, que era su mundo y me sentí orgullosa por ello.
Más tarde, a tan solo unos días del cruel desenlace, me mandó un wasap diciendo que se había enterado de que yo había editado un libro, que pronto vendría a Manzanares y que tenía que firmárselo. Aquello nunca sucedió. Aquel encuentro nunca tuvo lugar.
Fue a finales de 2015 casi en Navidad, a tan solo unos días de las fiestas de luz y de amor. Quisiste llegar a la luz de tu estrella como guía hacia una constelación más luminosa. Quisiste llevar tu alegría y tu saber hacer para regocijo de los que allí esperan.
Tu recuerdo siempre estará en nuestra memoria porque supiste ganarte el cariño de toda aquella persona que te conoció.
Manzanares, 2020