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Estamos en la semana de los actos dedicados a San Cristóbal patrón de los conductores y, como ya viene siendo habitual, colaboro en la revista de la Asociación de Conductores de Manzanares (ASCM) donde quedan reflejados los mejores momentos de la pasada edición; el pequeño homenaje a los amigos que desgraciadamente ya no están entre nosotros y todas las noticias relacionadas con el volante, el motor...
En esta ocasión mi colaboración se ve reflejada en la sección Noticias y también en el pequeño relato que, como siempre, procuro que esté relacionado este mundo del volante.
LA CHICA DE LA CURVA (basado en una leyenda urbana)
Las noticias que me llegaban de algunos compañeros eran, como poco, escalofriantes. Ya sabemos que en el gremio los hay de todas clases, como en cualquier otro curro, no nos vamos a engañar, pero aquí hay colegas que con tal de ser el más, el superior, el que tiene la historia más “acongojante” no deja de adornar e ilustrar con toda clase de adornos su “vivencia”. Y así fue como “El bielas” contó la suya.
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La verdad es que ninguno le creímos pues nos tenía acostumbrados a fantasear y lo suyo no pasaba de un rato de diversión, unas risas y algún que otro comentario jocoso siempre con el buen humor que esos ratos nos proporcionaban. Después cada cual al frente de su volante repasaba mentalmente las anécdotas y, meneando la cabeza en sentido negativo, exclamaba la consabida expresión: “pero qué fantasma está hecho”.
Así fue pasando el tiempo hasta que un día se superó. Se sacó de la visera de su gorra una historia increíble. Había visto a La Chica de la Curva, ni más ni menos. Ni qué decir tiene que todos nos echamos a reír, alguno regó con el buche de cerveza al compañero que tenía enfrente y, los menos, se quedaron con la boca abierta sin poder reaccionar.
—Debéis creerme, —dijo con un hilo de voz— Era ella, la chica de la curva, esa de la que muchos hablan y jamás les creemos, pues yo hoy sí que les creo porque yo también la he visto.
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—Y ¿se puede saber cómo la has encontrado? ¿era atractiva? ¿Estaba haciendo autostop? ¿O te ha pedido que la lleves hasta un cementerio?
El buen humor era palpable, no nos burlábamos de él, simplemente le seguíamos el juego. Fue un poco más tarde cuando le vimos verdaderamente afectado. Al contrario de lo que solía zampar, pues su hambre era canina, esa noche no había comido nada, no había tomado más que agua y se había retirado al rincón más alejado del bar donde nos encontrábamos.
Me acerqué a él y vi que entre sus dedos sostenía un pequeño bolso de mano, se quedó mirándome y me acercó un carnet de identidad de una chica.
—¿Te lo has encontrado? —le dije mirando la imagen de una muchacha muy bonita que posiblemente no tendría más de veinte años.
—Es ella, la chica de la que os he hablado— contestó.
No me atreví a seguir la broma pues su cara era un poema, algo tenía que haberle sucedido para que estuviera así, dejé que contara lo que quisiera decir, que se desahogara y me quedé en silencio.
"—Estaba en el bar donde suelo parar a estirar las piernas y tomar un café. En sus manos sostenía este bolso y un vaso de té que ya se habría quedado helado. Miraba hacia la carretera como si estuviera esperando a alguien. En un principio no me paré ni a saludarla, entré corriendo en el bar pues hacía mucho frío. Fue después cuando salí y volví a verla cuando llamó mi atención pues su postura sobre el tronco del árbol y el modo en que sujetaba el vaso no habían variado. Me pareció que debía estar helada y me ofrecí a llevarla al pueblo más cercano que no estaba a más de diez o doce kilómetros. Agradeció mi ofrecimiento y, ahora que lo pienso, sin mirarme siquiera aceptó.
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Su cazadora no parecía abrigar demasiado así que en cuanto nos pusimos en marcha puse la calefacción a tope. Le pregunté hacia dónde iba, si tenía familia en el pueblo al que nos aproximábamos, en fin, intenté en varios momentos iniciar una conversación, pero fue inútil. Nunca me contestó nunca dijo palabra, puse la radio pretendiendo amenizar el camino. El parloteo del locutor y sus colaboradores no ayudó pues era bastante aburrido y la monotonía del tráfico, que era más bien escaso y el ruido del motor fue un soporífero que iban llevándome a una somnolencia.
Fue al acercarnos a un tramo demasiado peligroso cuando pareció reaccionar y extendiendo su mano llamó mi atención: “cuidado que ahí fue donde yo tuve el accidente”
Inmediatamente me volví hacia ella extrañado ante tal afirmación, pero… pero ya no estaba. Su bolso, su cazadora seguían en el asiento donde segundos antes había estado ella, pero la chica había desaparecido.
Totalmente despierto, recuperado (hasta cierto punto) del susto y sin saber qué había pasado decidí parar en un área de descanso y cuando empezase a amanecer seguir mi camino.
Así lo hice no sin antes mirar aquel bolso donde encontré el carnet que tienes en tus manos. He podido encontrar a la familia de esa chica y ahí ha llegado la sorpresa. Sí que es cierto que tuvo un accidente, más o menos, donde me advirtió. En ese accidente murió y llevaba esa cazadora, que por cierto ahora ha desaparecido, y también es cierto que yo no soy el único que ha llegado hasta la casa de los padres con esta misma historia. "
Y ahora dime si no es para estar como yo estoy en este momento. Puede que sea una chica con buena intención, que nos avise de un peligro, que vele para que no nos suceda lo que a ella le pasó. Pero ¿no puede conseguir con esto que del susto demos un volantazo y salgamos disparados provocando un accidente que de no haber estado ella no hubiera pasado?
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