Nació aspirando el aroma de la vida. Abrió sus pulmones y quiso llenarlos de la grandiosidad que la naturaleza le ofrecía. Soñó con alcanzar sueños imposibles. En su ingravidez, inflado como un aerostato, voló.
Construyó su mundo más allá de las nubes, pero su entorno lo devolvió a la realidad y le asignaron el imán de la sensatez.
Rodearon su existencia de lujos y esplendor, y perdió la chispa de sus ojos.
Probó su evasión en los sueños. Estos se esfumaban al amanecer.
Le cortaron las alas y, al hacerlo, talaron los castillos en el aire que guardaban sus anhelos.
Sobre esta carta y el imán (la imagen del dado) ha de ir la inspiración para el micro que participa en el reto del mes de febrero del blog de Lídia Castro Escribir jugando. También nos sugiere que como optativa aparezca la palabra Aerostato.