Su incontrolable afición por los viajecitos interplanetarios y, el problema con su ingravidez, le habían dado más de un susto.
Bueno, a él y a toda la familia.
A veces teníamos que llamar a los bomberos cuando lo encontrábamos revoloteando por los tejados del barrio.
Decidimos atarle una piedra en cada pie, pero era un engorro cuando tenía que marchar al trabajo.
Le prohibimos experimentar fuera de la casa y, fue peor, le dio por girar alrededor del techo del salón, no queráis saber lo que pasó cuando se acercó demasiado a las aspas del ventilador.
Dejo a continuación la página de donde he tomado la foto. El texto merece la pena leerlo.
https://www.hoy.es/v/20130414/sociedad/cinco-minutos-ingravidez-20130414.html