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  • Foto del escritorVirtudes Torres Losa

Supervivientes


La propuesta para el VadeReto de este mes es la siguiente. Primero, leed el siguiente pasaje, que se corresponde, en parte, con el inicio de “Llamada“, que pertenece al libro Lo Mejor de Fredric Brown“.

Después de una catástrofe mundial, la Tierra está desolada. Según todos los indicios, eres la última persona viva en el mundo. Estás encerrado en tu casa, dentro de tu habitación, cansado de vagar solo por parajes desiertos, pensando con desesperanza en tu futuro. En ese momento, unos golpes llaman a la puerta

Y ahora… ¡seguid vosotros la historia!



Imagen de Arek Socha en Pixabay

El susto es inimaginable. Si estoy solo ¿Quién demonios llama? me pregunto y no acierto a dar una contestación coherente.

Me quedo paralizado, casi se me olvida respirar, creo que es algo defensivo, como si con esta no acción quien esté al otro lado de la puerta se disipe en el aire.

De nuevo los toques se repiten. Suenan acompasados, casi con el soniquete de una tonadilla.

–Toc, toc, toc toc toc.

Mi silencio acompaña al silencio de mi casa. Ni siquiera tengo perro que se excite y ladre. Este pensamiento me llena de tranquilidad.

Pero… quién será, yo pensaba que estaba solo en esta tierra desolada. He estado caminando sin descanso en busca de un ser vivo y no he encontrado a nadie.


Bola de papel. Foto PIXABAY

Tal vez debería abrir, puede que igual que yo sigo con vida, alguien haya tenido la misma suerte y es mejor estar en compañía.

Me acerco a la puerta y giro el pomo con cuidado. Al otro lado dos jóvenes con camisa blanca y corbata me miran tristemente a los ojos. Sin decir palabra me entrega unos folletos que llevan un título muy oportuno. LOS ÚLTIMOS DÍAS.

Cierro de un portazo y tiro los papeles al contenedor que tengo a propósito para el papel reciclado. Me pregunto de qué sirve este gesto, aún así hay que seguir fomentando las costumbres bien aprendidas aunque luego no sirvan para nada.

De nuevo un repiqueteo me saca de mis pensamientos. Pensando que son de nuevo los chicos, y que no tienen nada mejor que hacer que darme la lata, voy como una moto hacia la puerta y justo abro cuando se disponía a llamar. El repiqueteo “suena” sordo en mi nariz.

Azorada, una chica se presenta como representante de Tapaelware y se ofrece a hacer una demostración de la utilidad de sus productos, no contaminantes, y siempre dispuestos para cualquier evento, comida, fiesta o lo que se tercie.


El golpe, esta vez sonoro, se lo lleva la nariz de la chica al contacto con la puerta al cerrarse.

Esto es increíble, no queda nadie en el mundo y han tenido que sobrevivir estos individuos incapaces de hacer nada útil para la humanidad.

Enfadado y sin ánimos para seguir viendo gente con este derroche de imaginación, me dejo caer en el sillón y me digo que no voy a abrir la puerta por más que llamen. A ver si la echan abajo.


Ya más tranquilo me sirvo una botellita de agua dispuesto a pasar el mal trago y me relajo. De golpe el teléfono suena. En esta ocasión es una chica con acento sudamericano, la que está al otro lado. Me pregunta si soy el propietario de la línea y me dice que cuánto pago, si tengo internet cuántos gigas tengo, cuál es el nombre de mi compañía…

Miro a mi alrededor. No veo el espejo que tras el azogue oculte la mirada de unos policías, tampoco está la lámpara que me ciega la vista o el señor que me interroga tras el humo de un maloliente puro. Cuelgo. Lástima que solo sea el teléfono.

Vistos los acontecimientos, creo que no estoy solo en este desolado paraje. Creo que eso que ha barrido mentes prodigiosas, mentes dignas de otra oportunidad no haya podido con ciertos parásitos que parecen ser resistentes hasta para una bomba nuclear.

Sin darme cuenta he llegado hasta mi dormitorio. Abro la puerta y allí, sobre las sábanas, mi yo descansa tras un día lleno de negaciones por parte de futuros clientes. Mi dossier lleno de números telefónicos está totalmente resaltado con señalador amarillo y sobre este otro rojo. Solo algún número que, sospecho, me tienen en la lista negra no ha contestado a mi llamada.

Hoy tampoco he vendido un seguro de vida. Si esto sigue así creo que voy a tener que buscar otro trabajo.



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